La principal causa de la gran disminución de su población es la explotación de las tortugas por parte del ser humano, pues recogemos sus huevos o las cazamos para obtener carne o su caparazón. En los últimos tiempos, se añade nuevos y terribles problemas: la captura incidental en las pesquerías de palangre, la contaminación de las aguas y la destrucción de sus hábitats.
Las tortugas marinas, tradicionalmente, han servido como fuente de alimento para las comunidades locales, pero ahora tienen mayor valor por atraer a turistas que buscan conocer la naturaleza en su estado salvaje, viajeros que buscan bucear en las cristalinas aguas del Caribe con ellas. También hay miles de personas que visitan las playas de animación para observar el desove de las tortugas marinas o el momento en que estas salen de sus huevos. Por tanto, las tortugas marinas son una fuente de riqueza económica para las comunidades locales, que deberían luchar por su conservación.
El turismo inconsciente genera un gran daño en gran variedad de especies animales, como a los delfines y las tortugas, pues muchos de los turistas que acuden a las playas cuando estas salen de los huevos deciden cogerlas y hacerse fotos, algo que es realmente malo para su desarrollo e incluso muchas mueren en esos instantes por este motivo y no solo por los depredadores que encuentran, como las gaviotas.
Además, se cazan de forma furtiva en muchas países para vender en tráfico también ilegal sus caparazones como piezas decorativas o su carne y huevos como manjares para el paladar. El problema reside en que no se mide el daño que se produce y se cazan en grandes cantidades, por lo que no les da tiempo de recuperar el número población y este disminuye día a día.
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